
Ana Ortíz jamás imaginó lo que estaba a punto de pasar cuando entró de nuevo en su colegio después de más de tres meses. La maestra, tutora de 5º de Primaria en un colegio de Huelva, no pudo reprimir un pequeño grito cuando encontró a Jaime, uno de sus alumnos, sentado junto a la puerta.
«Lo primero que hizo al verme fue preguntarme si podía abrir la clase, que se había dejado el bocadillo del recreo», explica la profesora. «Le pregunté si llevaba allí todo el confinamiento y me contestó que sí, que había estado jugando al fútbol todo el rato pero que ya le estaba entrando algo de hambre».
La sorpresa fue aun mayor cuando la profesora abrió el aula y encontró el bocadillo de mortadela del alumno en perfecto estado, gracias al minucioso embalaje que lo cubría y evitaba la entrada de cualquier tipo de bacteria a su interior. En ese momento, el niño cogió el sandwich y se fue de nuevo al patio, no sin antes preguntarle a la tutora qué asignatura «tocaba» después del recreo.
Cada vez cuentan más mentiras solo para llamar la atención